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EL RELEVISTA | Curt Schilling entrará en el Salón de la Fama y su ira es innecesaria

Schilling alcanzó el estatus de estrella de la MLB desde que jugaba con los Filis de Filadelfia
Schilling alcanzó el estatus de estrella de la MLB desde que jugaba con los Filis de Filadelfia / Focus On Sport/Getty Images
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El proceso de votación para entrar al Salón de la Fama en el año 2021 cierra con la polémica protagonizada por Curt Schilling, quien solo se quedó a 16 sufragios para entrar en Cooperstown. El ex lanzador de la MLB descargó toda su ira contra los votantes de la asociación de escritores de Estados Unidos y pidió que quitaran su nombre de las boletas de votación para el 2022. Puede ser comprensible su molestia pero no está justificada de ninguna manera.

Schilling tiene números legítimos para aspirar a una placa en el llamado templo de los inmortales. Acumula conquistas de las llamadas tradiciones como lo son sus seis presencias en el Juego de Estrellas y las altas votaciones para el Cy Young (cuarto en 1997, segundo en 2001, 2002 y 2004). En relación con este premio es claro que debió ganarlo en alguna de esas ocasiones, pero no contó con el favor de los especialistas.

Pero al adentrarse en sus estadísticas no queda dudas de que tiene un caso sólido para el Salón de la Fama. Es uno de los 18 pitchers en la centenaria historia del béisbol de las mayores con más de 3.000 ponches (3.116); está dentro del grupo de los primeros 100 lanzadores con más inicios (puesto 95 con 436) y con más entradas lanzadas (3.261 para el lugar 99).

Algo que identificó mucho a Schilling durante su carrera fue su temple para competir, su espíritu guerrero. La mejor prueba es que en las postemporadas que trabajó con Medias Rojas, Cascabeles y Filis tuvo efectividad de 2.23 en 123.1 episodios. Sin duda alguna es un pitcher "clutch", de esos que un manager quiere tener a disposición para abrir en un juego decisivo.

Entonces, si es por su desempeño en el diamante, el beisbolista que fue firmado para el profesional por la franquicia de Boston en 1986 tiene las credenciales para ser uno de los favorecidos con una placa el museo de los mejores en el béisbol. Sea por la vía del voto regular o sea por el camino del Comité de Veteranos.

Pero él, como bien apunta un analista de la talla de Ken Rosenthal, no puede cambiar las reglas. Y tampoco puede justificar su rabia con el ataque de malcriadez materializado con su petición de sacar su nombre de las boletas.

Todo esto es innecesario. Schilling no va a ser el último jugador de las mayores con el que se cometa una supuesta injusticia si no entra por la vía de los sufragios de escritores y periodistas a la sede de los más grandes de este deporte. Tampoco es motivo para encender una polémica nacional. Puede expresar su disenso, sí, a eso tiene su derecho. Pero inflamar las cosas, señalando a quienes escogen a los peloteros que serán exaltados de "no saber de béisbol" es una simple y llana tontería.