EL COACH | Yoenis Céspedes, la joya cubana que se convirtió en la pesadilla de los Mets y puso en vilo su carrera

Cuando Yoenis Céspedes debutó en las Grandes Ligas con los Atléticos de Oakland en 2012 a los 26 años de edad las expectativas eran enormes. Sus dos primeros años en las mayores fueron espectaculares, sacudiendo más de 50 extrabases en cada una de ellas. Inclusive, en su primera incursión en la instancia, fue capaz de llegar décimo en la votación al MVP de la Liga Americana y segundo en la del Novato del Año, superado por la ahora estrella más grande del béisbol: Mike Trout.

El cubano fue al Juego de Estrellas en el 2014 y tras vestir las indumentarias de los Medias Rojas de Boston y Tigres de Detroit llegó a las filas de los Mets de Nueva York, cuya gerencia, al ver su línea ofensiva de .287/.337/.604 y 17 jonrones en 57 partidos, además de su Guante de Oro, decidió sacar la chequera para darle al jardinero un contrato de 4 años y 110 millones de dólares, el cual le garantizaba un salario anual de $27.5 millones.

En el 2016 Céspedes dejó una línea de .2807.354/.530 con 31 jonrones y 86 remolcadas. Fue al Juego de Estrellas y ganó el Bate de Plata. Sin embargo, ese año fue el punto de inflexión de una inversión de la cual los metropolitanos esperaban mucho más a cambio. Las lesiones, comportamiento y poca disciplina del cubano lo hicieron desaparecer del escenario, al punto de que cuando se convierta en agente libre en 2021 el interés de los equipos de la MLB no será el esperado.

Recuérdese que Céspedes, en plena recuperación de su lesión en los talones, se lesionó uno de sus tobillos en su rancho al estar envuelto en un accidente con un jabalí, dejando a los Mets mal parados por su irresponsabilidad.

El último escándalo en el cual estuvo envuelto Céspedes sólo devela que no sólo la inversión de los Mets fue mala, sino que su interés en retomar su estatus de estrella en las Grandes Ligas es muy poco. En medio de una temporada atípica por la pandemia del COVID-19, el jardinero fue capaz de abandonar al equipo tras ocho encuentros, en los cuales apenas pudo batear para .161. El día que renunció a la campaña de 2020 no apareció, ni notificó al equipo su decisión, sino hasta horas de la tarde. Su desaparición sólo deja ver su inmadurez y que quizás aquella estrella que llegó a la Liga Americana en 2012 ya se desvaneció.

Hace unos días el portal de TMZ reveló que Céspedes estuvo en un bar de Nueva York bailando salsa en medio de la pandemia del coronavirus, días antes de decidir dar un paso al costado en 2020. Su actitud lo hizo blanco de muchas críticas destructivas, que quizás lleguen a los oídos de las gerencias del béisbol.

Los Mets deben sentirse aliviados al saber que el nexo que los une con Céspedes tiene fecha de expiración y que pronto no tendrán que tirar el dinero a la basura. Así es el béisbol; no será el último fiasco que se lleve alguna organización de las mayores. No obstante, esto podría convertir a Céspedes en un jugador que nadie querrá, por lo que mirarse en el espejo de Yasiel Puig no estaría de más en estos momentos.

La carrera de Céspedes está en vilo por su actitud e irresponsabilidad. Sin duda, el cubano es otro de los muchos ejemplos del deporte que demuestran que tener talento no te garantiza el triunfo. El trabajo, la educación y madurez pueden dar muchos más frutos.